jueves, 17 de enero de 2008

Políticas públicas para la infancia


La grave situación de la infancia, profundizada en las última décadas, moviliza la mayoría de las veces a personas, instituciones y medios de comunicación para actuar en el “aquí y ahora”. Las actividades solidarias realizadas en todos los niveles de la sociedad contribuyen sin duda a establecer un manto protector para la infancia; ya que ayudan a paliar el duro escenario luego de la catástrofe social que devastó la estructura institucional de nuestro país. Pero es necesario cambiar la mirada: los niños y niñas son sujetos de derecho. Y no se acaba en el derecho a un plato de comida, un remedio o un plan de emergencia.

Los derechos de la infancia no son, en este sentido, una opción, son una obligación: el Estado debe ser representante y garante de los derechos de los ciudadanos y debe gestionar políticas integrales que protejan a la infancia.

Cada vez más organizaciones sociales discuten acerca de la necesidad de incidir en esas políticas. Presionando, acompañando, movilizando. Haciendo política. Poniendo en juego nuevas miradas, nuevas preguntas, nuevos valores y actores sociales. Haciendo ciudadanía.

Identificar y definir a los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos y ciudadanas ayuda a visualizar claramente sus derechos postergados y necesidades negadas, así como su lugar en la vida social. Poder pensar, discutir y poner en común esto en nuestras organizaciones, desde nuestro día a día, es también ir construyendo un horizonte superador a la protesta y las políticas de contención con las que muchas veces nos encontramos.

Ponernos como meta hacer efectiva la ciudadanía chicas y chicos en la Argentina es, en suma, fortalecernos y aportar a un proyecto de transformación social que nos haga posible mejorar el presente y tener la oportunidad de un futuro distinto, más igualitario y digno de ser vivido.

Derechos

Hablar de “derechos” parece algo simple: los derechos “existen”, están “plasmados” en las leyes, en la constitución, etc. Sin embargo…
Desde la experiencia de nuestras organizaciones, desde el día a día de lo que hacemos, vemos que esos mismos derechos son violentados, incumplidos o simplemente ignorados; muchas veces vemos que, en la práctica, “no tenemos derechos”. También a partir de que nos organizamos, en algunos casos nos encontramos diciendo que “tenemos que reclamar nuestros derechos”, que “hay que luchar para hacer cumplir nuestros derechos”. Es decir, vamos viendo que hablar de los derechos no es algo tan simple…

Hay muchas formas de definir qué es un derecho. Veamos algunos elementos:

– Los derechos, en términos generales, son “pisos”, o sea, un mínimo de bienes y servicios, materiales y culturales, que todos/as deberíamos disfrutar: derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, etc.

– Los derechos tienen que ver, además, con poder ejercer ciertas prácticas o acciones como ciudadanos/as de una sociedad. Por ejemplo, el derecho al voto, el derecho a ejercer cargos de gobierno, el derecho a trabajar, etc.

– Los derechos no son algo “estático”, que existen desde siempre y para siempre. Lo que es o no un derecho es algo que está en construcción y en disputa. Por ejemplo: el derecho de las mujeres a elegir por medio del voto es hoy algo que nos parece obvio; sin embargo en nuestro país se concretó recién en 1947.

– Los derechos son universales: esto quiere decir que abarcan a un conjunto de la población, sin distinción. Por ejemplo: los derechos de los niños/as, los derechos de los trabajadores/as, los derechos de todos los ciudadanos/as.

Junto a todo esto, podemos agregar: los derechos son “logros políticos”. ¿Por qué? Porque siempre atrás de un derecho dado, existe una historia previa de luchas, reivindicaciones, presiones, propuestas, negociaciones y acuerdos que hicieron posible que algo que en un momento no existía como derecho sea en otro momento aceptado por la sociedad.

Las leyes, entonces, son un punto de llegada de una historia de disputa política. Y a su vez, pueden ser punto de partida para profundizar esos derechos, en la medida en que queramos que no sean “letra muerta”.

Los derechos como logros políticos necesitan de nuestro compromiso en su construcción. Para lograr que algo sea un derecho, o para hacer valer un derecho que lo es sólo “de palabra”, necesitamos tener propuesta, capacidad de convencimiento y una buena cantidad de fuerza organizada.

Por último, pero importante: para que algo sea un derecho, la sociedad tiene que asumir el compromiso de hacerlo efectivo en concreto. Esto quiere decir que el Estado tiene la obligación de garantizarlo a través de políticas concretas: con recursos, presupuesto, instancias de gestión, canales de participación. También en esto los derechos son, principalmente, una cuestión política.

Fuente: Centro Nueva Tierra

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