martes, 26 de agosto de 2008

Día Nacional de la Solidaridad


Juntos, contra la inequidad
Por:
Fernando María Bargalló


Hoy, 26 de agosto, celebramos el Día Nacional de la Solidaridad, recordando el nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, una mujer comprometida con la paz y la justicia desde el amor concreto y cotidiano hacia los hermanos más abandonados y sufrientes. Su ejemplo de servicio guía y fortalece la misión de Cáritas junto a las comunidades más necesitadas.

Pero también nos sigue interpelando a todos, individual y socialmente.En nuestro país la solidaridad es un valor enraizado. De ello podemos dar fe permanentemente en Cáritas.

Sin embargo, hemos de reconocer con dolor, que las graves dificultades que amenazan la vida de tantos hermanos y hermanas en su acceso a la salud, a la vivienda, a la educación, al empleo, etc., denuncian la inequidad que aún persiste en nuestra sociedad.

Por eso hoy, ante el dolor de los hermanos que sufren, los invito a reflexionar acerca de la necesidad de seguir creciendo cada día en nuestro compromiso solidario hacia quienes todavía no pueden construir un presente con dignidad ni soñar con un futuro mejor.

La solidaridad y la justicia social van de la mano. Son factores clave para avanzar como país hacia la paz, la cual anhelamos y que será fruto maduro del entramado de la justicia y la solidaridad, pero que dependerá del esfuerzo que cada uno de nosotros realice para modificar las causas profundas que generan la pobreza y la exclusión y sus dolorosas consecuencias.

Si tomamos conciencia de que somos parte integrante de una gran familia, nuestra sociedad, y erradicamos el individualismo, que pretende convencernos de que podemos desentendernos de los demás, seremos capaces de fortalecer nuestros vínculos, de crecer en el respeto por nuestros derechos y en el cumplimiento de nuestros deberes.

Este camino nos permitirá descubrir que una solidaridad vivida y sostenida más allá de la emoción pasajera ante el drama ajeno, es capaz de transformar progresivamente las estructuras sociales más injustas y desiguales.Sólo cuando la posibilidad de vivir dignamente sea una realidad accesible a todos y a todas, podremos festejar verdaderamente que somos una patria fraterna y solidaria.

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