sábado, 20 de diciembre de 2008

Menores sin infancia. Matrimonio infantil y adolescente

Millones de niños en todo el mundo realizan tareas de adultos y carecen de medios para sobrevivir en condiciones dignas

Matrimonio infantil y adolescente




El matrimonio infantil es una práctica habitual en África subsahariana y Asia meridional. Su aplicación "niega a las niñas el derecho a un futuro mejor", advierte Unicef, pero la situación se repite en Oriente Medio, África septentrional y otras regiones de Asia, donde la tradición apuesta por el matrimonio con adolescentes. En Sierra Leona, el 56% de las niñas contrae matrimonio antes de cumplir 18 años. El 66% en las zonas rurales. En Etiopía y en África occidental, los enlaces a los 7 u 8 años son frecuentes. En Djibouti, llegar a los 20 años sin haberse casado convierte a las mujeres en "solteronas".

Apenas hay estadísticas. Los datos se silencian amparados en tradiciones sin intención de ser revisadas. "Resulta difícil conocer el número de matrimonios prematuros, debido a la cantidad de ellos que no se inscriben y que, por tanto, son ilegales", explica Unicef. Las familias pobres aprueban los matrimonios porque consideran a las niñas una carga económica: "Casarlas es una medida de supervivencia". Otras están convencidas de que el matrimonio a una edad temprana protege a las niñas frente a agresiones sexuales y "les procura la protección de un tutor varón".

Abandono escolar

El matrimonio prematuro es una de las principales causas de abandono escolar entre las niñas. "Cuando pueden ir a la escuela y completar sus estudios, se modifica diametralmente su futuro", advierte Unicef. Se teme a una educación que puede cambiar "para bien" la orientación de la vida de las niñas y de sus futuras familias. A pesar del incremento que han registrado en los últimos años las tasas de escolaridad, la proporción de niñas que cursa estudios secundarios es sensiblemente inferior a la de niños.

Para mejorar esta situación, Unicef impulsa desde 2006 los Clubes de Madres. La finalidad de estos grupos es ayudar a las niñas dentro de sus comunidades para que concluyan los estudios. En concreto, apoyan a las mujeres para que obtengan ingresos derivados de la horticultura comunitaria en gran escala y puedan hacerse cargo de la educación de sus hijas. Las integrantes del Club de Madres cultivan hortalizas como mandioca y patatas, "cuya venta genera fondos que se emplean para pagar la matrícula escolar de las niñas".

Por otro lado, las mujeres que componen estos grupos movilizan a sus comunidades en apoyo de la educación de las niñas y se encargan de informar y orientar sobre aspectos culturales como el matrimonio precoz, el embarazo adolescente y la prevención de las enfermedades de transmisión sexual. Una vez que las madres han entendido la importancia de enviar a sus hijas a la escuela, se intenta que transmitan esos conocimientos a otras mujeres para que todas las pequeñas tengan la oportunidad de acudir al colegio y, por qué no, también a la universidad.
Fuente: Consumer.es

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