jueves, 11 de octubre de 2007

¿Estilo Mr. Bean?


La transgresión como norma

La norma está para que nos entendamos todos los que compartimos una misma cultura. Hasta dónde avanzar en el tránsito, a qué velocidad conducir, cómo hacer algo, cómo escribrir, cómo usar los medios para tener un cierto orden que sea parejo y para que una sociedad se entienda como conjunto de personas con una identidad propia y particular; para todo hay reglas elaboradas a lo largo de la vida de un pueblo.

Si por ejemplo cuando tomamos a puntes en una clase o conferencia usamos nuestras propias abreviaturas o códigos en lugar de las palabras completas, es para poder construir la idea de lo que estamos escuchando pero, cuando la pasamos en limpio, las escribimos como corresponde, como lo establece la norma del lenguaje escrito, con puntos, comas, mayúsculas, minúsculas. Ahora bien, si quiero transcribirla con signos y abreviaturas y que todos lo entiendan, no será posible por lo tanto, si quiero que así sea, estaría imponiendo mi propia norma y la norma general o habitual pasaría a segundo plano. Entonces triunfaría lo particular por sobre el general (todos) y estaría imponiendo mi yo sobre el nosotros.

Este simple ejemplo quizá podría hacernos reflexionar que, no se han perdido los valores sino que están allí para ser recuperados. Hay normas y principios válidos universalmente, el tema es que dejamos de ponerlos en práctica y dejamos de transmitirlos y es así como surge la confusión y el caos, lo normal pasa a ser lo anormal y viceversa y lo no habitual para a ser un hábito. y los antivalores, valores y vivimos una subversión entendida como producto de una sociedad inmadura y caótica que pretende que sus individuos, sus individualidades prevalezcan por sobre el bien común.


Ahora bien, si le echamos la culpa a la TV, al cine, al fútbol, a los boliches, etc. estaríamos errando el rumbo. ¿Acaso los boliches, el fútbol, la TV, etc se sostienen a sí mismos?, no, los sostienen y los realizan personas que actúan en la sociedad con una misión particular (cineastas, jugadores de fútbol, productores, actores y público).

Entonces, si hay lo que hay es porque existen personas que lo convalidan de acuerdo a sus valores, principios, hábitos, actitudes.

¿Y si comenzáramos a cambiar desde abajo?, porque a la inversa sería para muchos fascista, verticalista, ortodoxo o derechista. Ésto es lo que hay ergo ¿qué hago yo conmigo mismo, con mi familia, con mi escuela, con mi trabajo, con mi prójimo para lograr un cambio?

La violencia y la maldad existirán siempre porque son parte de la naturaleza humana pero, perseverar en el error o en la omisión o la ignorancia, es responsabilidad de la persona que debe conocer las reglas del juego y no transgredirlas para que avalen sus actitudes, caprichos o deseos.

La ignorancia puede ser vencida siempre por aquéllos que se dan cuenta de que algo no debería ser así y ponen todo de sí para cambiar pero, sin voluntad ni reconocimiento de la ignorancia, no hay cambio posible.

Para concluir me gustaría poner como ejemplo a Mr. Bean, ese personaje inglés protagonizado por el actor cómico Rowan Atkinson. Mr. Bean es el que, por una u otra razón, siempre está molestando a los demás, conduce a contramano, estaciona donde no se puede, hurta objetos, ensucia las calles, siempre quiere ser el primero en todo, simula lo que no es y repara sus destrozos con más destrozos. ¿Cómo lo calificaríamos: como tonto, como corto de inteligencia, como transgresor, como mala persona? porque muchas de sus acciones son intencionales. Sería bueno que hiciéramos ese ejercicio de distinguir qué clase de persona es Mr. Bean porque una cosa es la ficción y nos hace reir y mucho pero otra es la realidad en la que muchos Mr. Bean hacen las mismas cosas que él a sabiendas y además se ríen cuando saben perfectamente que están siendo transgresores en el mejor de los casos.

Textos:María Inés Maceratesi

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